"Esto es lo que te gusta hacer, esto es lo que sabes hacer bien, hazlo hasta el límite y estarás satisfecho". Harry Wilson

lunes, 5 de diciembre de 2016

El factor humano.

Hace días vi una buena película, “Sully”, que narra la experiencia vivida por el piloto Chesley “Sully” Sullenberger  en enero de 2009, cuando, después de un accidente con aves que anuló sus dos motores, aterrizó con su Airbus 320 en el río Hudson y salvó la vida de las 155 personas que iban a bordo del avión. La película narra los días posteriores al accidente y a la investigación a la que fue sometido cuando todas las simulaciones realizadas por la compañía y las aseguradores aseguraban que podría haber aterrizado sin problemas en el aeropuerto de La Guardia (NY). La película principalmente nos muestra el estado anímico y emocional del que era considerado un héroe ante la experiencia vivida y la evaluación pública de la que estaba siendo objeto. La película toma sentido hacia el final, cuando el protagonista muestra su disconformidad con la investigación abierta, exponiendo de que obvian en las simulaciones la principal y determinante variable: el Factor Humano!

Y aquí es donde enlazamos con nuestra actividad. La teoría del entrenamiento avanza, siembra nuevas ideas, nuevos métodos, teoriza y queda reflejada en artículos, en libros, conferencias y cursos. Sin embargo, siempre he pensado que la base de todos esos estudios estaban basados en seres perfectos e imperfectos a la vez. Muchas veces pienso que el deportista, como ser humano, difícilmente puede ser modelo fiable de un estudio. Cualquier condicionante diario determina un resultado diferente.  Siento que gran parte de toda aplicación de uno u otro método está completamente condicionado por el factor humano. La interpretación de la teoría aplicada por el entrenador y la elección de los contenidos,  la recepción de esa información y su aplicación por parte del atleta, la corrección técnica, la interrelación humana entrenador-atleta, las emociones y y la influencia exterior sobre ambas personas, son las variables condicionantes que dan UN resultado y no OTRO. En definitivas cientos de variables emocionales que confluyen en la misma respuesta dada por el piloto a su comisión de investigación: olvidamos el Factor Humano que condiciona absolutamente toda una preparación haciéndola única e individual para cada atleta,  para cada entrenador.

Los atletas europeos seguimos haciendo las mismas marcas de manera general que hace 30 y 40 años, donde ya se realizaban marcas en torno a 1’43’’, 3’32’’, 13’15’’, 27’30’’ etc.. O sea, si la teoría del entrenamiento ha avanzado evolucionando y seguimos haciendo las mismas marcas, podríamos llegar a la conclusión de que es el factor humano quien condiciona el rendimiento de los atletas (amén de todas las demás actividades de la sociedad). Los grandes campeones lo fueron, lo son, porque tenían el talento para serlo y querían serlo, y encauzaron todas sus decisiones emocionales a tal fin. Puede que sea una conclusión demasiado simple, que quizás el estado de bienestar y otras muchas causas hayan condicionado también esa circunstancia, pero estamos en realidad hablando de lo mismo, llegamos a la misma conclusión, es el hombre o la mujer quienes han condicionado el recorrido de sus acciones.

Llevo gestionando los pasos deportivos de muchos atletas en los últimos años. He tenido la suerte de convivir en concentraciones con los más grandes talentos jóvenes de nuestra Federación, he visto la carrera deportiva de muchos atletas desde jóvenes, he visto como trabajan muchos colegas, sus mensajes, sus creencias, sus métodos. He podido escuchar cientos de anécdotas de grandes campeones. Después de empaparme de tantas experiencias, creo firmemente que el Factor humano es quien ha determinado los resultados de cada individuo, a través de sus propias decisiones y las de su entorno técnico. Buenos atletas que no han podido conseguir los resultados que soñaban, talentos increíbles que han visto realizado sus sueños, “currantes” que han conseguido triunfar, pequeños entrenadores que han conseguido el teórico éxito reservado a centros de alto rendimiento. Todo un sinfín de combinaciones conseguidas a través de la interpretación y aplicación de toda una línea de trabajo, de la gestión de ella y de la confianza por parte de un equipo, atleta y entrenador,  y de una manera particular de convivencia entre ambos. 

Finalmente llego a la conclusión de lo que pienso con una famosa frase de Peter Coe: “Entrenar es un arte, basado científicamente, pero sigue siendo un arte”. El “arte” de saber interpretar en cada momento el factor humano que condiciona la vida de cada individuo, en este caso, atletas y entrenadores. 



viernes, 4 de noviembre de 2016

Las oportunidades no son únicas, como tampoco los trenes que pasan, pero tienen límite.

No hay peor experiencia para un atleta que pasar por una pequeña o gran travesía del desierto. El máximo rendimiento de un atleta difícilmente puede entenderse si todo no fluye de manera correcta y sin sobresaltos. Es evidente que toda preparación va unida a pequeños problemas, físicos, emocionales o de otra índole, pero nunca llegan a tener una especial relevancia si el rendimiento es alto y esperable al talento que acompaña a ese atleta.

Sin uno darse cuenta, sumando semanas, uno a veces se encuentra de que no está donde quisiera estar, el rendimiento es nulo comparado a lo que esperaba, los problemas atosigan, las lesiones no respetan, la dinámica no existe. Muchísimos atletas caen en este tipo de tránsito sin entender de que lo que no se veía desde dentro, su propio universo, era fácilmente visible desde el exterior. He conocido pocos atletas que aceptasen perder, aceptasen darse cuenta de que los problemas no eran externos y si provocados o creados por uno mismo, a veces innecesariamente, a veces ahogándose en un vaso de agua. El atleta, por reacción espontanea y poco proclive a aceptar haber gestionado mal alguna cuestión de su preparación, tiende a huir, sin darse cuenta de que en la huida, se lleva consigo sus problemas no resueltos.

Otras veces, el problema si surge desde el exterior. Una lesión persistente, un problema emocional grande, una alteración importante en la vida del deportista. Mi experiencia me ha enseñado que difícilmente se puede gestionar individualmente este tipo de problemas, sobre todo en lo referente a las cuestiones de salud. En una gran proporción, las decisiones unilaterales de los deportistas retrasan la cura de lesiones de larga duración. No existe protocolo, ni rutina, ni crédito, ni se concede tiempo a tratamientos serios. El atleta necesita curarse en tiempo record……..y eso alarga innecesariamente esa recuperación. He calculado estos años, que mis atletas han llegado a malgastar dos terceras partes del dinero que han invertido en curar lesiones con especialistas de dudosa calidad y capacidad y con decisiones tomadas fuera del equipo técnico.

El principal responsable al que se señala en primera instancia de cualquiera de estos problemas  es el entrenador.  Sobre todo por influencias externas. A pesar de que desde el entorno técnico se pueda  argumentar con datos precisos cada paso dado y el porqué de cada alteración, sea de rendimiento, sea de salud, factores externos influencian para señalar como elemento a culpar el apartado técnico. Gran error y un muy flaco favor para el atleta. Pocas veces he presenciado explicarle al atleta, desde su entorno, cercano o lejano, que el error ha sido de él y no del entrenador. Sin embargo, ese propio entorno tiene el mensaje contrario para el entrenador, haciendo responsable al atleta, una vez escuchado los argumentos técnicos.

La huida hacia adelante es un deporte nacional y está a la orden del día. Generalmente en ese punto se inicia una travesía por el desierto. Pocas veces he visto que por este tipo de motivos antes expuestos, un atleta vuelva a salir adelante. Esos casos son una clarísima minoría, y los atletas generalmente pocas veces vuelven a rendir como antaño.

Sin embargo, el paso del tiempo, generalmente provoca una reflexión sobre las decisiones tomadas y retoman el camino ordenado de antaño, entendiendo errores cometidos, responsabilidades de cada acto, etc.

Las oportunidades no son únicas, como tampoco los trenes que pasan, pero tienen límite, así lo creo yo firmemente. Sin embargo, si creo que es ideal y único el entorno creado desde un inicio para conseguir el premio y el objetivo buscado. Entorno y situaciones creadas día a día, situaciones particulares e individuales a cada atleta, que crearon la situación de poder tener la oportunidad de un sueño de superación. Entender cuál es ese entorno creado para poder explotar ese talento, es capital para poder superar los problemas y elegir la mejor opción existente para triunfar.



lunes, 24 de octubre de 2016

Esa pequeña “perversión” técnica.

Una de mis inquietudes durante todos estos años ha sido la de observador  del universo “atletismo” por parte de quienes lo formamos. Y evidentemente, si en un colectivo me he fijado más, es en el que ahora mismo pertenezco, en el de los entrenadores.

Con los años, me he dado cuenta del poder de influencia que tenemos sobre aquellas personas, inmaduras por jóvenes, o maduras que entrenamos. Y tengo claro que ese poder de influencia no siempre ha sido utilizado correctamente. He presenciado muchas veces como de una cierta manera “perversa” se suele utilizar nuestros conocimientos de una manera favorable a nuestros intereses y no a la de nuestros atletas. Promesas de objetivos, programaciones no adecuadas a la edad para un temprano rendimiento, observaciones sobre el trabajo de otros atletas o entrenadores, etc, son situaciones comunes que utilizamos los entrenadores para fidelizar aquellos atletas que creemos pueden satisfacer más nuestro “ego” que no su formación. Puede sonar fuerte, pero en un deporte individual, y con una carga egoísta importante como es el nuestro, donde el esfuerzo agonístico es el tipo de terreno habitual donde nos movemos , nuestro colectivo bebe de las mismas fuentes y en consecuencia actúa demasiadas veces de una manera no siempre correcta.

He observado, siempre en silencio, muchas actitudes de colegas (y no colegas) de profesión y he intentado durante años no enjuiciar sin datos completos la labor de otras personas. Y cuando digo datos completos me refiero a no saber con certitud que es lo que estaban llevando a cabo técnicamente con sus atletas, cosa por otro lado imposible de saber por la dificultad de tener pleno conocimiento de sus programaciones y la organización y el contenido completo de estas. No hace falta decir que uno de los “deportes favoritos nacionales” en nuestro colectivo y otros, es el de enjuiciar, sin más elemento que alguna sesión suelta, la labor del resto de profesionales (y es que todos nos consideramos mejor entrenador que nuestro vecino!) . Por eso, mi labor de observación no lo ha sido en el apartado técnico y si en el de las actitudes y opiniones y lo que he visto es muchas veces una situación no siempre “legal” de cara a los chicos que uno entrena. Demasiadas veces confundimos un legítimo deseo y objetivo de triunfar con uno de nuestros chicos con la percepción de poder ejercer el derecho a creer que nuestros atletas son “propiedad privada” y como tal, influenciamos más en un sentido de “retención” que no de formación. Esto pasa también muy a menudo con los clubs, que creen sentir que sus atletas son propiedad privada de la entidad sin mirar demasiado que es lo mejor para su formación (he dicho estrictamente FORMACIÓN, NO interés económico!).


En los países latinos como el nuestro, prima a veces más el engaño, que no la seriedad del trabajo bien realizado. Falseamos con facilidad los currículum deportivos o profesionales, creemos que la “norma” es que no exista una norma. Uno tiende a creer que hay que “trampear” para conseguir las cosas, el fraude, y más el deportivo, no está mal visto del todo. ¿Pero, de donde entonces sale entonces toda esta manera de actuar socialmente? En lo referente al deporte, está claro. Si los formadores, o sea nosotros, los entrenadores, jugamos a influenciar a nuestros atletas bajo principios resultadistas y de interés personal en vez de a formarlos con valores y entrenarlos con criterio para que mejoren su rendimiento en varias facetas que van desde la parte deportiva hasta sus valores humanos y principios colectivos de convivencia, estaremos fomentando una competitividad mal entendida, donde el objetivo a conseguir sea superar cueste lo que cueste y con las “armas” que sea a quien se interponga delante. Y ahí radica la perversidad de nuestra fuerte influencia. ¿Que estamos formando para satisfacer nuestros intereses y “ego” particulares?



domingo, 16 de octubre de 2016

Sinfonía de una carrera atlética.

No es la primera vez que hablo de la relación existente entre correr y la música, muchas veces compañera incondicional de largas sesiones de rodaje, calentamientos, competiciones o relajación, testigo de los diversos estados anímicos en que nos vamos encontrando dependiendo de los resultados que obtenemos tanto en el día a día como cuando nos disponemos a competir.
Cada uno guarda su propia colección musical que ha llenado todos sus momentos personales, generalmente influenciada por el tiempo que a uno le ha tocado vivir, entrenando, compitiendo, disfrutando de un buen resultado o sufriendo un mal entrenamiento o una decepción compitiendo. Cada momento atlético representa una canción para cada uno de nosotros, está claro.
Me encantaría representar a partir de mis gustos musicales, cada uno de esos momentos por los que solemos pasar, muchas veces acompañados por un par de auriculares.

Camino al entrenamiento.

Acudir diariamente a entrenar necesita de crear un ambiente predispuesto a dar lo mejor de cada uno. Suelo escuchar algo tranquilo de camino al entrenamiento, temas que me gusten especialmente, para que la predisposición ante el trabajo sea positiva, empezar la jornada con algo tuyo es importante. Hay que llegar al entrenamiento con una sonrisa!  “Whatever You Need” de  Tina Turner puede ser una de mis preferidas, pero si un par de canciónes representan este momento previo a mi jornada, estas son “In Demand” de Texas y “Every Breath You Take” de Sting (he querido poner la versión del famoso concierto de la Toscana del 11 de septiembre de 2001, día del atentado de las Torres Gemelas).

    

Rodando con música.

La selección personal más importante, suele darse, sin lugar a dudas, en nuestras sesiones de rodaje, por la duración continua de la sesión y por el número de canciones elegidas. Música motivadora y que ayuda a crear un ambiente propicio para conseguir un ritmo óptimo de entrenamiento aeróbico. Ya os conté en una anterior ocasión que suelo empezar mis rodajes con una canción de Jean Jaques Goldman llamada “Ensemble”, pero acto seguido a mí siempre me pareció imprescindible escuchar algo que por si solo me provocase movimiento, aunque de manera armónica y no de una manera muy dura. En ese grupo de canciones no puede faltar Whitney Houston y su “Step By Step”,  Alanis Morisette y su “Hands Clean”, o Pink y su “Who Knew”, muy diferentes entre ellas, pero muy buenas para la ocasión.


    

Concentración, Activación! Vamos a competir!


Llegamos a la hora previa a la competición, al calentamiento. Es un momento de muchas emociones y motivaciones, se juntan sensaciones de tranquilidad y visualización de tu estrategia con la excitación nerviosa necesaria para salir activado con garantías de poder sacar lo máximo de cada uno. Se puede juntar “We Weren’t Born To Follow” de Bon Jovi,  “One” de U2 con Mary J. Blige con algo tan imprescindible para mí como Don’t stop me now” de esos genios llamados Queen.


    

Después de la tempestad llega la calma.

Es tiempo de sosiego y reflexión, es tiempo de estar satisfecho del trabajo realizado, feliz por una marca u objetivo conseguido, o reflexionar sobre un mal resultado compitiendo o una sesión que no ha salido como deseábamos. Suelo pasar los pasajes tranquilos al acabar la jornada con canciones en español. Los grupos o cantantes de la movida madrileña son mis predilectos. Aunque sus letras sean tristes, me relajo con ellas y me invitan a evaluar los resultados. Si pudiera elegir alguna, sin duda me quedo con “Aunque tú no lo sepas” de Enrique Urquijo. Si esta canción debe ser en inglés, Bryan Adams y su “Inside Out” está siempre presente. Y por supuesto, siempre escucho Jean Jacques Goldman, aquí en un "Juste Aprés" en directo y en homenaje a su colaboradora, desaparecida hacía algunas fechas, Carole Fredericks.


    

Reconozco que para la práctica deportiva, mis gustos son bastante comerciales, diferentes a mis gustos en otros ámbitos de mi vida, donde las canciones de autor están más presentes. A pesar de que pasen los años, seguimos identificando ciertas canciones con pasajes deportivos de nuestra vida. No deja de ser una realidad que nuestros pasos, nuestros kilómetros recorridos, no dejan de ser también un conjunto de acordes que hemos compuesto y que han formado, a través de esos años, nuestra propia sinfonía atlética.

domingo, 9 de octubre de 2016

Un buen rendimiento está supeditado a la gestión pedagógica de las actitudes.

Los objetivos, los atletas los han de trabajar, no con grandes frases motivadoras, sino en la pista y día a día. Ya he dicho en varias ocasiones que las nuevas tecnologías nos estaban llenando últimamente de artículos técnicos y gurús con pretendidas verdades absolutas, pero que la verdadera gestión técnica de nuestro día a día no era discernir sobre teorías y nuevas verdades fisiológicas sino en como aplicar en pista una programación con sentido común y que los atletas de un grupo la llevasen a cabo. 

Siempre recuerdo que un buen colega, entrenador de una atleta olímpica me repite que él es “entrenador de a pie y pista”, que le parece muy bien todas las teorías y la influencia que pretenden ejercer ciertos profesionales, pero que él, lo que cree que debe hacer es gestionar el trabajo del día a día de las actitudes y las emociones de sus atletas. Resumiendo, el día a día es procurar que tus atletas hagan correctamente su entrenamiento. Creo de manera clara que el rendimiento o la falta de él, está justamente en esa cuestión. No en el “qué” sino en el “como”. Tengo atletas jóvenes de verdadero talento y mi día a día consiste en intentar que no se dispersen, que pongan los cinco sentidos en el trabajo que realizan. Eso, dependiendo del tipo de trabajo a realizar, se suele complicar. Un ejemplo claro este inicio de temporada es como gestionan el trabajo de resistencia aeróbica, muchas veces a un ritmo muy por debajo del óptimo, o, lo más común, con muchos minutos basura al inicio. Es desesperante a veces ver como ese entrenamiento residual llega hasta incluso la mitad de la sesión!

Mi trabajo es intentar explicar de manera pedagógica que es difícil llegar a rendir como podrían con ese tipo de actitud. Por tanto, volvemos a lo de siempre, la teoría está muy bien, llena de verdades fisiológicas, pero ay señor!, de lo que se trata de verdad es de saber aplicarla en pista y gestionando las actitudes individuales y de conjunto de un grupo!

Mi experiencia me indica que un buen rendimiento o no, no está supeditado tanto a la aplicación metódica de la teoría, sino a la gestión pedagógica de las actitudes de los atletas que entrenamos.
Y por mi experiencia, es tan determinante, que un simple inicio de temporada iniciado con una actitud más laxa, crea una dinámica individual difícil de recuperar en los siguientes meses.

Nuestras pistas están llenas de atletas talentosos/as, pero vacías de una conciencia metódica, a nivel general, en cuanto hablamos de los deportistas, y en una proporción más grande de la deseada a nivel técnico. Creo firmemente que si nos preocupásemos mucho más de la formación pedagógica de lo que significa entrenar y conseguimos atletas más concienciados en sus oportunidades, el nivel atlético general subiría de una manera espectacular. Nuestro objetivo como entrenadores de día a día en pista no debe ser intentar  llegar a aplicar la última “megasesión”  del atleta de élite “X” o la última tendencia del prestigioso entrenador renombrado “menganito”, sino simplemente educar y formar para que nuestros atletas simplemente amen entrenar y esforzarse, y se apliquen, y en consecuencia rindan según el talento que atesoren, ya que el trabajo estará, con esa educación, asegurado.


Una frase mía recurrente que siempre me acompaña, y escucha quien me quiere oír, es que no llegan nunca  los mejores atletas, sino los más inteligentes!  Y es que hasta donde podemos llegar aplicando esa inteligencia y el sentido común en cualquier actividad, no tiene fin, ni precio. 



domingo, 2 de octubre de 2016

Regeneración.

La vida como entrenador de club se desarrolla cíclicamente en un círculo “virtuoso”. Cada cuanto, nuevos atletas vienen a remplazar a aquellos que cierran una etapa de su vida. Es repetitivo cada ciertos años y es lo que está ocurriendo en este inicio de temporada con mi grupo de entrenamiento. La vieja guardia ha hecho un paso al lado para dejar un poco el atletismo de pista y empezar a participar, entrenando unas cuantas sesiones semanales, en carreras populares. A cambio, un par o tres de atletas de nivel empiezan a compartir grupo con una serie de nuevos talentos que corren muchísimo y que con las cosas típicas de la adolescencia ha cambiado el lenguaje y mensaje en el seno del grupo. El único elemento que permanece inalterable es el entrenador, enamorado de su deporte e insistente en soñar en sacar el máximo rendimiento o el que desee cada atleta de su grupo.

Hace año y medio que no acudo con un atleta mío a un campeonato de España absoluto, quizás el detalle que marque que tipo de atletismo se practica en cada núcleo. Esos campeonatos han sido remplazados por campeonatos de España en categorías menores y campeonatos autonómicos. Ha sido una especie de vuelta a los inicios, de donde salimos y no hay que olvidar que volveremos.  Si cuando me inicié como entrenador  veía con sana envidia participar en esos campeonatos absolutos, ahora, después de acudir con varios atletas de manera seguida y normal, incluso acudiendo a por puestos de honor, me doy cuenta de que no siendo entrenador de ningún centro de alto rendimiento, tarde o temprano se vuelve al inicio de todo…….y no se está tan mal! Esta última temporada he disfrutado muchísimo con atletas más jóvenes que se han superado y han entrenado con madurez y seriedad de una manera increíble. Tengo “madera talentosa” entre mis manos y espero iniciar un nuevo ciclo que lleve a estos chicos/as a tener la oportunidad que tuvieron en su día algunos de sus compañeros que les han cedido el protagonismo. En estos años, por eso, he aprendido muchísimo a gestionar un grupo humano, y si bien es cierto que gestionar grupos de rendimiento adultos me ha provocado más de uno y dos dolores de cabeza, también es cierto que hace tiempo aprendí la lección. Lección aprendida para que no tenga que llegar a decirle más  a alguien de mi confianza y a la vuelta del campeonato más importante de la temporada, que entrenar a ciertos atletas de semi élite no me compensa por más que los resultados y sus marcas sean espectaculares.

El atletismo sigue siendo apasionante para mí, aunque el hecho de practicar un deporte individual comporte una fuerte carga individualista. Procuro aprender cada día un poco más a gestionar la única parte que me chirría de todo este universo, la única cuestión por la que a veces me planteo si vale la pena. No creo, por eso, que consiga erradicar esa cuestión incorporada por naturaleza a los egos de deportistas individuales, pero intento educar en una dirección llena de principios y valores e intento aprender a convivir con situaciones egoístas que suelo encontrar más veces de las deseadas en nuestro deporte.

Este es el momento! Gente joven, atletas que empiezan a descubrir el talento que llevan dentro, o  que no lo atesoran y deberán suplirlo con dedicación y pasión, atletas que han de empezar a aprender a ganar y perder. Talentos que deben saber que ganar no es tan fácil, aunque a ellos si les sea , y que deben aprender a respetar esa especie de “suerte” que los genes le han otorgado. Chicos y chicas que han de entender que, a pesar de de no tener ese talento, la perseverancia y los años pueden aportarle toda una vivencia y experiencia para toda una vida…..y grandes resultados! Ningún sueño está prohibido! Adolescentes que estarán de paso también, que buscarán en el deporte aquello que sus padres no quieren que encuentren en la calle, pero que irremisiblemente sus amistades extradeportivas arrastrarán a la falta de inquietudes deportivas en poco tiempo.

Regeneración de un grupo de entrenamiento donde lo humano, al principio, prevalecerá sobre lo deportivo y donde cada deportista, “veterano” o joven deberá buscar su sitio en un deporte que otorga una oportunidad a todo el mundo, independientemente de la edad y el talento que se atesore. 



domingo, 25 de septiembre de 2016

La milla, un juego centenario.

El atletismo también tiene su parte lúdica, y no entendiéndola como un entrenamiento divertido y rebajado lejos del tipo de trabajo estrictamente atlético. Nuestro deporte también está formado por unas cuantas situaciones de distensión que vamos administrando los entrenadores para mitigar la rutina y la dureza de los entrenamientos y el estrés competitivo presente dentro de la temporada. Nuestros “juegos”, para mediofondistas y fondistas, se suceden en el asfalto y se suelen llamar “carreras populares”.

De entre ellas, hay una especialmente que destaca por su singularidad, su significado y su exclusividad, ya que no todos caben en ella: “la milla urbana”! Correr rápido por las calles siempre ha sido un juego divertido para todos los niños. Si este juego lo trasladamos a nuestra etapa de deportista y se trata de correr a un ritmo competitivamente rápido, entonces estamos hablando de la milla. La milla urbana aúna unas circunstancias que la hacen especial. Somos, quizás más que en ninguna competición, el centro de atención de un público poco entendido y que disfruta del espectáculo que ofrecen todas las categorías, desde pequeños hasta la élite, si hay carrera de esas características. Para los atletas, es siempre motivo de diversión. Trasladar al asfalto las sensaciones de la forma que se tiene, siempre es más fácil que hacerlo bajo el control de un crono en una pista. EL grado de disfrute es más grande por todo lo que rodea al acontecimiento. Calentar entre calles y coches, o buscando un parque y ante la mirada curiosa de la gente. Prepararte antes de la salida buscando cual es el mejor sitio para acceder al circuito saltando vallas, sintiéndote uno de los “elegidos” para ser protagonista de lo que va a suceder a continuación. Correr generalmente por largas calles anchas, con gente a ambos lados mirando y jaleando el paso de los corredores, gestionar curvas, generalmente muy cerradas y apoyados casi siempre en algún rival y sobre todo, sobre todo en casi todas las pruebas de ese tipo, encarar una larguísima recta final interminable en la que pocas veces lo que ocurre a principio de sprint se asemeja al resultado final y al orden en que se traspasa la meta. La milla, aparte, también tiene espacio para la “sorpresa”, ya que siempre existe el típico “outsider” que no cuenta demasiado pero que se adapta a las mil maravillas al medio donde se corre y llega siempre en puestos de honor o dando un buen susto al teórico/a favorito/a.

Luego llega la post carrera, donde pocas veces he visto caras de decepción, al contrario, relajación, conversación y contar “batallitas” entre los participantes es la regla común. Y el que tiene la suerte de subir al pódium, se lleva a casa una copa que ni “la champions” esa, oiga! Puro latón si, pero exhibirla entre padres, abuelos y algún cuñado envidioso es garantía de ser el mimado/a de la familia unos cuantos días por el tamaño del premio en cuestión.

Para acabar, no podemos dejar de lado la magia que conlleva dentro esa distancia, madre, quizás, de este deporte nuestro llamado atletismo. Tradición anglosajona centenaria, pocos pueden no dejarse seducir por la historia que representa correr 1609 metros en el asfalto.  Cuna de mediofondistas de otra época, que llenaron estadios y las más legendarias competiciones de otro tiempo más romántico que el actual, intentar emular las gestas de héroes de la distancia como John Walker o Eammon Cohglan, verdaderos “lores” de la distancia, nos lleva a soñar con un futuro título nobiliario que pocos, muy pocos corredores, pueden alardear considerarse digno de él, el de “MILER”.


Llevamos unas semanas de entrenamiento de esta nueva temporada (no soporto llamar a esta parte inicial de entrenamiento “pretemporada”. No se que es eso! Yo empiezo a entrenar desde el primer día una nueva temporada, y nada más!) y este fin de semana hemos tenido un pequeño juego para parte del grupo, con la celebración de la milla urbana de Banyoles, una milla modesta pero sin dejar de ser una fiesta, en un pueblo encantador y un buen sitio donde pasar la tarde de un sábado teñido de atletismo.  Si aparte volvemos a casa habiendo imitado gestas centenarias podremos considerar que ese título tan valorado de “miler” no está tan alejado de nuestros sueños. 



domingo, 18 de septiembre de 2016

El prestigio no se gana con imagen, sino con el método.

Uno de mis momentos del verano ha sido el descubrimiento de la cuenta de twitter de un reconocido psicólogo deportivo. Sin caer en la frase fácil y burda, sus mensajes llenos de sentido común han sido un soplo de aire fresco a cada día de inmenso calor que hemos sufrido estos últimos meses. Su facilidad para transmitir y la lucidez de su planteamiento provocaban diariamente en mí un momento de reflexión reconfortante. Me sentía reconocido tanto en los aciertos como en los errores continuos que cometemos como líderes de un grupo humano. Aparte, he tenido la oportunidad de comentarlo con la psicóloga deportiva con la que he tenido la suerte de trabajar desde siempre, doctora en psicología, profesora universitaria, buena atleta en activo, persona encantadora,  y en la cual tengo máxima confianza, y ella también estaba encantada y recordaba sus clases como alumna de este reconocido especialista como una de las mejores experiencias que había vivido durante sus años de formación.

En contrapartida, estos últimos meses he tenido que torear con un siniestro personaje (difícil llamarlo de otra manera).  Sin llegar a ser especialista, su experiencia en el campo del deporte le ha llevado a autodenominarse psicóloga deportiva. Con una imagen exterior inmaculada, llegué a preguntar a diversas fuentes si lo que me estaba pasando era normal.  La respuesta que encontré me dejó sorprendido, no era el único al cual la experiencia le era tremendamente negativa. En todos los meses que trabajó con un deportista entrenado por mí, no tuvo la más mínima inquietud en conocerme, en trabajar en equipo, en conocer que podía aportar, como siempre me había ocurrido con otros especialistas. Personalmente, en el terreno de la psicología, por máximo respeto hacia el paciente/deportista, creo que no debo ser el elemento del equipo que deba tener la iniciativa para un trabajo en equipo, sino que creo que debo ceder esa labor al especialista en cuestión. Aparte, este personaje, trabajaba con el deportista aplicando la llamada “psicología transpersonal” una burrada emocional que utilizan ciertos psicólogos y cuya experiencia no recomiendo a nadie. No solo aplicó ese método con el deportista, sino que influyó decisivamente para que empezase a trabajar con otros pseudoprofesionales de dudosa formación científica, con la “energía universal” como medio terapéutico (entiéndase el eufemismo). Rápidamente, aparte, quedó claro a mis ojos, que todo, más allá de su particular terapia, era una cuestión monetaria, ya que su método era intercambiar pacientes con aquellos con los que compartía “negocio”. Sencillamente, este entrenador perdió el control de su deportista y mi influencia disminuyó de manera clara. Meses más tarde, ese deportista simplemente estaba hundido deportivamente  y la responsabilidad de cada uno en esta historia era incuestionable.

Ahora todo parece volver  a su sitio natural, el deportista abrió los ojos al entender ciertas situaciones, y aunque la confianza ha quedado un poco mermada y las heridas aún no han cicatrizado,  se está en camino de volver a ser lo que fuimos meses atrás, un muy buen equipo.

Este verano, aprovechando el tirón de los JJOO, el “timeline” de cada uno de estos dos especialistas eran la noche y el día. Mientras uno llenaba su tiempo de mensajes obvios, positivos, frescos, llenos de sentido común, y que animaban a motivarse solo con el hecho de leer una frase corta veraniega, el otro apelaba a la alineación de los astros y a la energía universal (vuélvase a entender el eufemismo) para transmitir sus “mensajes motivadores” (si se les puede llamar así habiendo vivido la manipulación sufrida por mi deportista).

Tenía en mente escribir sobre esta experiencia hace tiempo, pero las condiciones no eran las mejores, y no ha sido hasta la aparición de este soplo de aire fresco  que ha provocado que vuelva a creer enormemente en estos profesionales, que he podido ver la manera de expresar cuanto de clara y cuanto de oscura puede llegar a ser una profesión como esta.

El prestigio no se gana con imagen, sino con el método. Algunos realmente son tan nítidos que su transparencia delata la habilidad, el ingenio y la inmensa capacidad que tienen para su trabajo, otros, simplemente no hace falta evaluarlos, con vivirlos uno se da cuenta de que son un simple “bluff”. 



lunes, 12 de septiembre de 2016

Francia es preciosa….lástima de los franceses (una bonita metáfora).

Hay un dicho que dice que Francia es preciosa……pero que lástima de los franceses! Si vas al país vecino te das cuenta de que no es verdad…..salvo en la capital! Francia es preciosa y sus habitantes también! En Paris, simplemente viven las élites y estos sí, en un número grande, son bastante arrogantes y estirados y quieren enseñar que son así.

Cada día siento más que nuestro deporte también es así, al menos en nuestro país, y con una minoría, al igual que en Francia, pero una minoría importante que se deja ver. El atletismo es hermoso, romántico, legendario y lleno de gestas en blanco y negro y color, pero parece que ahora mismo en nuestro deporte solo cuenten tres letras a las que hay que llegar de cualquiera de las maneras, MMP, y yo creo que no, que no todo vale.Y no me estoy refiriendo a métodos prohibidos, sinó a conductas.
Bertrand Russell, escritor, matemático y filósofo (aunque según algunas fuentes se le atribuye a Charles Bukowski, escritor y poeta) dijo en una ocasión que “el problema del mundo es que la gente inteligente está llena de dudas, y la ignorante, de certezas.“ y desgraciadamente, este colectivo es bastante más “activo” que el otro, mucho más interesante pero dedicado a buscar las respuestas a todas esas dudas que más tarde son la enseñanza para toda una sociedad.

Una vez, hace años, se me acercó un entrenador a principios de temporada y me comentó de manera inocente que había empezado a entrenar a “fulanito”, si lo conocía. Ese atleta había sido dirigido por mí meses antes, y, evidentemente, no tuvo el detalle de informarme que había encontrado un sitio donde creía que estaría mejor que bajo mi dirección. La verdad es que si algo me dolió fue simplemente recordar cada uno de los días que lo tuve desde bien joven bajo mis órdenes  y creer no merecer semejante manera de despedirse. Por lo demás, le deseé lo mejor para su futuro y me apenó que no aprovechase su nueva oportunidad.

Estos años he estado entrenando a una atleta que repetía que estudios de psicología avalaban la sensación o sentimiento de que una acción o experiencia negativa  equivalía en la memoria a diez acciones positivas, a lo que yo opinaba de manera contraria solo por principios. No soy psicólogo ni científico, pero mis principios me impiden sentir (yo, no otra persona) hacer cargar con una mochila a alguien de que por cada acción negativa vivida con ella, tuviera que realizar diez positivas para sacarle esa mochila de encima. Que manera de valorar a las personas y sus acciones es esa? Me resulta muy desalentador, aparte de acabar menosvalorando de manera importante a las acciones positivas de las otras personas y resultando determinante en las relaciones interpersonales futuras. Soy una persona y un entrenador que tiene un problema que siempre he explicado, y es que soy tremendamente despistado…..para lo bueno y para lo malo. Olvido fácilmente aquellas situaciones desagradables y por otra parte me niego a pensar de que se deba pagar eso con un precio desproporcionado.Yo echo la vista atrás y solo veo las buenas  acciones de la gente que me rodea y que me importa. Lo desagradable se quedó enterrado diez minutos más tarde de cuando pasó la situación. Si acaso, para mí, diez acciones negativas podrían hacerme olvidar una positiva, todo lo contrario que lo planteado por mi atleta.

Dicho todo esto, como simples ejemplos de algunas actitudes que me he encontrado y que tuvieron sus consecuencias, y que raro, con resultados similares, o sea, inexistentes, me preocupa sobre manera que el objetivo de nuestros deportistas, cuando maduran y mejoran, sea únicamente llegar de cualquiera de las maneras a esas tres letras mágicas. Lo siento, repito, no todo vale, y como no todo vale, el objetivo para preservar nuestro deporte y hacerlo tan grandioso como siempre lo ha sido no es el de preparar máquinas de batir records, si no el de preparar y formar personas integras, con principios y valores, inteligentes y capaces de ver y entender desde fuera, y no desde su ombligo, el recorrido que han realizado y se plantean seguir realizando. Si a eso le sumamos el talento y trabajo de cada uno, seguimos juntando gestas legendarias que valorar y hacemos más grande nuestro deporte.

He visto demasiado seguido estos últimos meses actitudes arrogantes, atletas enfadados, susceptibles, cerrados y equivocados, o por no conseguir esas tres preciadas letras, o por todo lo contrario. Pero con qué autoridad moral decirlo si esa ignorancia a la que se referían Russell o Bukowski es demasiado atrevida ante cualquier planteamiento inteligentemente razonado.

Seguramente para esas personas valiosas e inteligentes la solución es seguir buscando resolver las dudas e ignorar aquellas cuestiones que ya no están, ni quieren que estén, bajo el control de la experiencia ni de una visión razonablemente objetiva. 



miércoles, 7 de septiembre de 2016

Un deporte de referentes.

Nuestro deporte es un deporte de soñadores. Soñadores, idealistas, un deporte practicado por gente que busca referentes, gente que ha logrado hazañas o demostrado liderazgo para ser consideradas  grandes deportistas o simplemente grandes personas que han marcado nuestros pasos desde que decidimos calzarnos un día nuestras primeras zapatillas para correr.  Para unos, sus particulares héroes  han sido los campeones del momento mientras corrían, para otros, héroes de leyenda, de historias contadas que se han labrado a lo largo de la historia, y aún para unos terceros, simplemente personas de su entorno de las cuales aprendieron casi todo para poderse considerar una buena persona que tuvo, lo lograse o no, un simple sueño hecho realidad solamente por practicar el deporte que amaba.

Nuestro deporte es un deporte de referentes, de líderes necesarios para poder sacrificarnos día a día, para poder tener una meta lejana en el tiempo para muchos, para ilusionarnos de que podemos conseguir todo aquello que nos propongamos. Nuestro entorno juega un papel fundamental en ello. La familia, los compañeros y sobre todo el entrenador son los referentes que cada uno de nosotros tenemos para seguir insistiendo, a pesar del sacrificio, para poder expresar todo nuestro talento de manera aplicada.

Tener un mensaje positivo claro día a día es el camino que nos hace avanzar. Y lo necesitamos desde diversos ámbitos, tanto desde nuestro entorno, como he dicho anteriormente, como del exterior en forma de ideales, de héroes de nuestro deporte, tanto de los que realizaron grandes gestas como de aquello anónimos que destacaron por su perseverancia y que el destino no les reservó un lugar en el podio, pero sí en la memoria colectiva.

Tantos y tantos nombres de deportistas, lugares, competiciones, personalidades, personas de nuestro entorno, que a cada uno nos hace sentir nuestro deporte….y soñar con una meta!

El cine y la televisión han sido la vía de transmisión y creadores de esos sueños donde nos refugiamos, donde creemos poder vernos reflejados. Hemos encontrado a través de la pantalla los motivo de toda una ilusión. Muchas veces encontramos allí los mensajes exactos para ponernos una meta, para crear ese referente, un lema, una idea, el motivo de un sueño.

Sin referenciar al atletismo, me encanta Invictus como ejemplo de lo que digo. Dos líderes en la historia real como Mandela y François Pienaar, uno que debía convertirse de todo un pueblo, otro un referente deportivo. Tan diferentes, pero unidos por una historia  fantásticamente contada por John Carlin en su libro “El factor humano” y con el deporte como medio de unión y de cambio de toda una sociedad, la sudafricana.  Una historia de enseñanzas y sobre todo de mensajes.

-“¿Como podemos soñar con algo grandioso, cuando no tenemos nada con lo que soñar? ¿Como hacer soñar a todos cuantos nos rodean? “

-“¿Lo oís? Escuchad a vuestro país! Es ahora o nunca! Este es nuestro destino!”

Dos mensajes que marcan el inicio y final de una meta, que guardan entre medio todo el sueño que tantos deportistas anhelamos, todo el motivo para justificar porqué debemos animar, motivar y acompañar a todos aquellos que eligen en su vida ponerse una meta excepcional. 




jueves, 1 de septiembre de 2016

“Andan días iguales persiguiéndose.”

Escuché el otro día en la radio, este verso del Poema 18, “Aquí te amo” de “20 poemas de amor y una canción desesperada” de Pablo Neruda. La verdad es que se aplicaba el verso a algo tan poco romántico como la sesión de investidura del presidente del gobierno. Sin embargo, la sentí plenamente adecuada a esa relación de amor e incluso, algunas veces, odio que sentimos con nuestro deporte.

Acabamos de iniciar una nueva temporada, llevamos apenas 3 días de entrenamiento, y tenemos delante nuestro el vivir nuevamente ese sentimiento tan cercano hacia nuestro deporte. Una nueva temporada de alegrías y decepciones, de vivencias intensas y momentos grises, de grandes entrenamientos y periodos de lesiones, en definitiva, con cada día con su particularidad, “andan días iguales, persiguiéndose”!

Días iguales llenos de ambición, de motivación, de lucha y de sacrificio. Días iguales de alegrías y tristezas, días iguales llenos de kilómetros, iguales pero con sol, viento o lluvia, con frío o con calor. Iguales entrenando o compitiendo, iguales con victorias y derrotas.

“Andan días iguales persiguiéndose” con los atletas de toda una vida, algunos nos han dejado, y con los nuevos, siempre bienvenidos! Con relaciones y amistades que siempre esperas sanas y solidarias. Días iguales de formar talentos o gente trabajadora y animosa que quieren mejorar y superarse. Días iguales de pulir pacientemente sabiendo que lo mejor está por llegar dentro de varios meses. Días para soñar con objetivos difíciles pero no imposibles, de entender que cuanto siembre, recogeré. “Andan días iguales persiguiéndose” de actitudes positivas…..y negativas! Ay esas actitudes! Días iguales no solo en el plano de la conducta, días iguales llenos de entrenamientos! Días de exigencias de ritmos, de exigencia de volumen e intensidad, de gimnasio y cargar kilos en la espalda, días de subidas, arrastres y velocidad. Días persiguiéndose marcando tiempos de record o de entrenamientos inacabados.

“Andan días persiguiéndose” llenos de viajes entusiastas, idas ilusionantes y vueltas felices o con decepciones. Días llenos de competiciones, con determinación o con dudas y miedos, con medallas y pódiums o con la satisfacción del haberse superado o no,  pero siempre compitiendo de manera honesta .

“Andan días persiguiéndose” es el inicio de una temporada, igual pero diferente a las anteriores, ellas también se persiguen. Es también un reencuentro con mi blog, tantos meses en silencio, pero renovado estéticamente y con ganas de seguir aportando ideas, vivencias, pero también opinión técnica, siempre con mi sello, siempre responsable de mis ideas.

El poema 18 se inicia con el título “Aquí te amo” y acaba con el siguiente verso: “Y como yo te amo, con los pinos en el viento, quieren cantar tu nombre con sus hojas de alambre”. A mí, solo me queda añadir ese nombre:  Atletismo!




viernes, 29 de abril de 2016

“La última sale sola.”

Esta es una de las frases que podría perfectamente estar escrita en mi epitafio. Es la que suelo pronunciar en cada sesión de trabajo fraccionado a mis atletas para que sigan insistiendo mentalmente con el esfuerzo físico realizado en las últimas repeticiones, aquellas donde la fatiga mental hace mella y más dificultades hay para acabar la sesión. Generalmente utilizo la última repetición de las sesiones de trabajo fraccionado para que se expresen y se desahoguen de toda la tensión nerviosa acumulada durante las series anteriores. Suele ser la repetición mas rápida y aunque a veces no entrenen la zona energética deseada, creo que el desahogo que experimentan y el grado de satisfacción conseguido al ver un buen crono para acabar la sesión, compensa de sobras el haber incumplido en la última repetición el objetivo teórico de la sesión. No solo debo preocuparme de las mejoras fisiológicas en las sesiones, del aumento de rendimiento físico, sino que el grado de motivación logrado a través de buenos tiempos finales de entrenamiento es tan importante o más que el aspecto puramente fisiológico. El papel del entrenador no solo debe contemplar aplicar la teoría del entrenamiento de manera correcta, interpretarla para cada atleta que entrena, sino que su papel de motivador principal del grupo debe tener un componente “terrenal” simple, un componente fácilmente entendible por sus atletas en estado de máxima fatiga. Ese componente es esa simple frase para que concentren su atención en las repeticiones más dificultosas, las que vienen justo antes del final de la sesión. Una vez superadas, entonces la manera de “destensar”, de desahogarse del estrés acumulado, es dejar libre el ritmo de la última repetición. No deja de ser curioso que para esa última repetición todos sepan que van a hacer un buen tiempo pero inician una “negociación” argumentada en la fatiga para no salir el primero. En realidad, dejando clara su mentalidad competitiva, gestionan como mejor pueden el intento de engañar a sus compañeros para superarles. Un juego de estrategia como final de entrenamiento.

Bien pudiera parecer una manera camuflada para esconder una mentalidad de “puro machaque” fuera de toda aplicación de la teoría del entrenamiento atlético, pero no es el caso. La ejecución de la sesión en los ritmos adecuados a cada atleta es sagrada y simplemente esa última repetición tiene otro objetivo y no es precisamente el cronométrico, a pesar de que claramente se vea afectada en sentido positivo.
Sin embargo, como bien he explicado al principio, la idea central que esconde ese tipo de frases o esta en concreto, es gestionar de manera correcta el momento de máximo estrés de la sesión, justo las anteriores repeticiones a la última, donde la fatiga es más importante y lo es mucho más a nivel mental. En ese momento, cada repetición debe convertirse en única, sin pensar demasiado en el volumen pendiente, para poder ejecutarla al ritmo correcto. Al mismo tiempo, tener el mensaje de que todo está hecho, de que se está acercando esa repetición “fetiche”, rápida, provoca un aumento de la motivación, de la autoestima por superar la sesión y de la voluntad para encarar de manera positiva esas últimas repeticiones anteriores a la serie que cierra la sesión.

Y como no podía ser de otra manera, no podemos negar su papel social y de cohesión de todo grupo de entrenamiento. Esa “última serie que sale sola” siempre da motivos para explicar las batallitas particulares de cada atleta y una buena manera de volver a la calma rodando y explicando todas las aventuras realizadas en unos cuantos segundos de carrera intensa. Acabar la sesión con la sensación de haberse superado, de haber realizado aquello que parecía muy difícil, siempre da alas para volver a entrar el día siguiente al estadio para un nuevo reto con el que mantener intacto los sueños de todo atleta.



lunes, 4 de enero de 2016

Atletismo sencillo por navidad.

La experiencia me dice que quien llega a navidades con su programación realizada con orden tiene muchos números para rendir muy bien en verano. Estas fechas son siempre la puerta de entrada de lo que puede acontecer durante la temporada. También supone el momento crítico para aquellos que han estado llevando su preparación cogida con pinzas, por la actitud delante del entrenamiento y las sesiones que ha asistido o faltado. Algunos años, he tenido atletas que han desaparecido durante las vacaciones para mal volver en enero, faltos de forma, o incluso desaparecer sin siquiera despedirse.
Con mis tres mejores atletas fuera de combate por particulares circunstancias cada uno, uno podría decir que mis navidades no son lo motivantes que podrían ser en lo atleticamente hablando. Sin embargo, hace mucho tiempo que no me siento tan contento con lo que tengo día a día como ahora. He vuelto al atletismo de toda la vida, al atletismo sencillo, auténtico, el que llena de verdad a aquellos que amamos nuestro deporte. Si en una cosa he tenido dificultad estos últimos años que el grupo tenía una calidad muy contrastada, era explicar a mis atletas que tener más nivel y rendimiento, tener oportunidades de correr en competiciones importantes y a por importantes marcas, no estaba reñido con perder la esencia que nos había llevado a practicar nuestro deporte. Correr mucho parece que tenga que implicar aumentar la carga de egocentrismo, reducir la sencillez del porque practicamos nuestro deporte y perder la visión del pasado de donde venimos, con todo lo que ello conlleva en cuestión de reconocimiento, gratitud o amabilidad para un buen grupo de personas. En el mundo del atletismo no suelo medir a sus practicantes por las marcas que atesoran, ni por el sacrificio que hacen (todos lo hacen!), sino por la capacidad de transmitir el agradecimiento hacia el entorno que le ha ayudado a dar pasos adelante y mejorar. Para mí, ser bueno no tiene ningún valor, suele muchas veces generar egoísmo y egocentrismo en deportes individuales, ganar a toda costa, perder valores e individualizarse cada vez más. Entiendo que mejorar en nuestro deporte es difícil, muy difícil, pero justificar algunas actitudes intentando hacerlo en nombre del enorme sacrificio individual y de los importantes objetivos que tiene un buen atleta, no es lo que yo entiendo como la esencia de lo que nos mueve a practicar atletismo.
Por eso, mientras espero la recuperación de mis mejores atletas absolutos, he podido disfrutar desde el inicio de esta nueva temporada de una sencillez en el día a día que ya creía en cierta parte olvidada, y encima sin renunciar a ningún resultado, ya que mis chicos, encima, son buenos, muy buenos, consiguiendo grandes resultados en los primeros croses de la temporada e incluso las tan ansiadas mínimas para Campeonatos de España. Comparando ambas situaciones vividas, me doy cuenta de que quizás compensa más el atletismo que disfruto estas navidades que no ese otro de una mal llamada élite, incluso con un entorno a veces tóxico del que se rodean cuando pasamos a practicar un atletismo más serio,  y que muchas, demasiadas veces, provocan conflictos gratuitos que impiden a un entrenador dirigir con absoluta autonomía y responsabilidad la carrera de sus atletas con posibilidades de llegar lejos.  

A un par de días de Reyes, hemos realizado todas las sesiones programadas, hemos entrenado en unos cuantos sitios diferentes, incluso como hoy, con lluvia, y en cada una de las sesiones, la predisposición de estos chicos ha sido excelente. Hemos conseguido la totalidad de los objetivos planteados técnicamente para estos días, y lo que es más importante, con un gran ambiente y sin dudas, ni miedos, ante una sesión difícil de realizar. Estoy muy satisfecho y orgulloso con cada uno de los atletas que ha invertido sus vacaciones para superarse atleticamente, ya que sin saberlo también lo han hecho como personas, integrando un grupo bien avenido entre compañeros y también conmigo, lo cual me llena enormemente.

Tengo claro que si puedo empapar a todos mis atletas, con talento y no tan talentosos, grandes y pequeños, aficionados o semiprofesionales, de que la sencillez que encontramos ahora es el mejor de los caminos para disfrutar de este apasionante deporte, llegaremos todos muy lejos y de una manera auténtica, tal como en su día se concibió la idea de que el atletismo era un deporte de superación personal, pero tanto para el cuerpo, como para la mente. 



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