"Esto es lo que te gusta hacer, esto es lo que sabes hacer bien, hazlo hasta el límite y estarás satisfecho". Harry Wilson

viernes, 24 de enero de 2014

No siempre se equivoca el atleta.

Como atleta siempre fui bastante normalito entrenando, tenía limitaciones en el apartado aeróbico pero una buena predisposición para la parte anaeróbica. Sin embargo competía muy bien, no encontraba la dificultad para competir y lo hacía bastante mejor que compañeros que entrenaban conmigo. Tanto, que si ellos apenan bajaban de 2’ en 800 m.l, yo con el mismo trabajo me iba a 1’53’’. Eso es lo que valía en 800 metros lisos.

Durante años he llevado esa percepción de la facilidad para competir y se la he intentado inculcar a mis atletas. Lo mismo vale para las sesiones de entrenamiento y siempre me resultó fácil poner coco ante las sesiones más duras. Eso sí, conseguí esa habilidad emocional con el tiempo ya que al principio era bastante al contrario, me retiraba con facilidad, tanto compitiendo como entrenando. Como atleta, puedo decir que tuve un camino recorrido, desde la dificultad de los inicios hasta una cierta facilidad para gestionar competiciones y entrenamientos (bastante más lo primero que lo segundo).

Como tuve esa facilidad emocional para gestionar la competición y la veía coincidente con las aptitudes de los mejores atletas, siempre he creído que esa habilidad era un requisito para lograr cosas importantes. Y supongo que en parte lo es, como así lo ven también mis atletas. Sin embargo, donde yo no veía más que un camino fácil donde lo que se trataba era de poner una actitud positiva, me he acabado dando cuenta de que no es así y que bastantes veces he tenido una actitud cerrada al respecto. Se puede llegar hasta ese punto, pero no desde un solo camino como lo estaba viendo, producto de la facilidad de cómo lo lograba yo. Siempre les he dicho a mis atletas, que uno de los principales “problemas” que tienen es que tienen un entrenador que no tenía dificultades para competir.

Sin dejar de creer que el punto de partida que tengo es muy útil con la mayoría de mis atletas, me he equivocado con algunos de ellos exigiendo un camino que yo creía fácil y que no lo era para ellos, sin ver que esa dificultad no era gestionable por ellos y que si eran capaces de gestionar otras estrategias que quizás si pudieran llegar al mismo sitio. Y digo quizás, porque ante la facilidad con la que veo mi estrategia, me resulta complicado ver otro camino que mi percepción no ve tan claro, sin darme cuenta que alguno de mis atletas ve justamente el problema en sentido contrario, al revés. He fallado en algo primordial con algunos de mis atletas, aún logrando buenas marcas personales en sus pruebas. No he empatizado de la mejor de las maneras, eso es, gestionar sus emociones, poniéndome en su lugar y descubriendo que mensajes necesitaban exactamente o como llegar mejor a su gestión de los entrenamientos y competiciones.

El trabajo físico siempre ha estado ahí y a veces no se han logrado las marcas que se podían conseguir, aunque las conseguidas nos llenasen en su momento. Siendo un equipo, siempre he tenido el mismo registro, o sea, el de poner encima de la mesa una estrategia y como conseguir realizarla. Si no se conseguía plasmar lo pactado entre entrenador y atleta la responsabilidad era de este último. Podría considerarse así con la inevitable situación de quien corre es el atleta y no podemos hacerlo por ellos. Sin embargo, me doy cuenta de que esa gestión está viciada por la influenciada visión del entrenador. Eso es un error! La competición es el mayor escenario de presión para el atleta, por más que fisiológicamente represente un gasto energético menor que algunas de las sesiones de entrenamiento que se realizan. Por tanto, me doy cuenta de que si en algún sitio tenemos que empatizar mejor, gestionar desde la visión y percepción que tiene el atleta, es en la estrategia de la competición, basada estratégicamente desde los puntos fuertes emocionales que tiene el atleta y no desde la visión del entrenador.

Hace días motivaba de manera errónea a un atleta por el carrerón que iba a tener en una competición. No siempre se equivoca el atleta.
 
 
 

 

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