Hace escasos días cumplía
sesenta años uno de mis ídolos de juventud, Steve Ovett. Junto a Seb Coe y
Steve Cram, los tres fueron protagonistas de mis sueños de joven atleta. Yo
quería ser como ellos! Tuve la suerte de dar con un entrenador con bastante inquietud
propia y también con la inquietud de transmitir esa pasión por nuestro deporte
que el llevaba dentro. En su caso, su ídolo era el neozelandés John Walker,
campeón olímpico de 1500 en Montreal 76. Paralelamente, me inculcó la inquietud
por entrenar, y por ello, también fueron referentes para mí un par de
entrenadores ingleses, donde más que los métodos que aplicaban, me fascinaba su
mentalidad y filosofía que transmitían a sus atletas. Eran Harry Wilson,
entrenador de Ovett y John Anderson, que transformó a un joven chico con no
mucho talento en todo un atleta a punto de romper la barrera de los 13 minutos
en 5.000 m .l,
Dave Moorcroft.
Esta introducción viene a
cuento de que no conozco ni un practicante de nuestro deporte que no haya
soñado con ser igual que su gran ídolo y llegar a competir en la más grandes de
las competiciones que se realizan, los Juegos Olímpicos. Si, nuestro deporte
está hecho y se mueve de sueños y atletas a los que admiramos y quisimos emular
de jóvenes.
Mi entrenador era fan de
John Walker y de su camiseta negra de Nueva Zelanda! Y me hablaba de ese
maestro del fondo y mediofondo europeo llamado Moniz Pereira. Yo lo era de ese
trío de ingleses y esos dos grandes maestros. Y una de las personas que más
admiro dentro de nuestro deporte, Jorge Gonzalez Amo, siempre me ha hablado de
Herb Elliot como el mejor de todos los tiempos, pero también de Snell, de
Tummler, de Garderud, de Bedford, de Clark, de Halberg, y de tantos otros…. y por supuesto
del “brujo” Olander y Volodalen! Participé en un concurso del foro del
“atleta.com” donde nos empapábamos de historias de otros grandes. Bannister y
sus liebres de lujo, Basher y Chataway, de la verdadera “Dream Mile” uno de los
más grandes enfrentamientos jamás habidos en nuestro deporte en los Juegos de la Commonwealth de
Vancouver 54, entre el mismo Bannister y John Landy, su gran rival! De la relación entre Mimoun y Zatopek, de los
“Finlandeses voladores” o de ese gran rebelde que representó para muchos Steve
Prefontaine. En fin, historias que encierran el sueño de querer llegar a emular
esas grandes figuras y vivir historias y competiciones similares. Y no he
nombrado a las chicas! Entre otras, sobresale la dama de New York, la noruega
Grete Waitz, cinco veces campeona del mundo de cros y gran dominadora de la
New York City Marathon con sus NUEVE
triunfos! Grete rompió moldes y es venerada tanto en su tierra, Noruega como en
la gran manzana por lo que supuso para el reconocimiento de la mujer corredora.
Todos hemos crecido en este deporte bajo las historias que nos contaban sobre
los grandes atletas que han hecho grande el atletismo.
Mis atletas , jóvenes
ellos, también crecieron con sus ídolos. Era época de El Guerrouj, Borzakovsky, María Mutola, pero
también de una época que pronto nos creó cierta desconfianza con la aparición
de la EPO. Empezamos
a no saber si aquellos que queríamos creer como ídolos podrían no
decepcionarnos. Los años precedentes a los de ahora, han creado cierta crisis
de “identidad” sobre los atletas del presente y su identificación con estrellas
de la década de los noventa y dos mil.
Sin embargo, los sueños
continúan dentro de las nuevas generaciones. Este verano pasado a una de mis
chicas que suben, le dije: “- Eres igual a Emma Coburn y haces la misma prueba!”
Desde ese día, la cadetilla que entreno, sigue a la rubia americana! Continúo
contando sobre las grandes estrellas del pasado y las recientes, sobre carreras
y sobre competiciones. Sobre lugares míticos que hicieron grande este deporte,
porque para creer que podemos llegar lejos, debemos inspirarnos en la magia que
rodea nuestro entorno.
Quiero que mis atletas
entrenen motivados, quieran superar la dureza del día a día, quieran venir a
trabajar llueva o haga frío, soñando que un día puedan competir con los
mejores, en competiciones de ensueño, antes que queriendo rivalizar de manera
negativa contra otros atletas y rivales de su edad o prueba. Es una motivación
inspirada en sueños, en ilusiones, pero que mejor que tener esa “fantasía” para
realizar una actividad llena de sacrificios? Por qué, al fin y al cabo, quien
no lleva dentro un Peter Pan y se mueve a través de aquello que soñaba de
pequeño?
No hay comentarios
Publicar un comentario