"Esto es lo que te gusta hacer, esto es lo que sabes hacer bien, hazlo hasta el límite y estarás satisfecho". Harry Wilson

miércoles, 21 de octubre de 2015

Cuando no se es un talento y se sale adelante.

Entrenar en un grupo de atletas con cierto nivel es algo difícil si se es nuevo o no se tiene un talento natural y se ha de suplir esa parte con una muy buena aplicación entrenando.

Una de las tareas más difíciles que llevo a cabo es intentar motivar de manera permanente a aquellos jóvenes atletas que llegan, que son absolutamente válidos, pero se encuentran en un grupo de entrenamiento donde el nivel es bastante alto y su autoestima, por tanto, se resiente al no saber valorar bien su nivel deportivo. Muchas veces, demasiadas para mi gusto,  pierdo la batalla y los chic@s abandonan sin darse una buena oportunidad de demostrarse a si mismos que si valen para correr.

La cuestión es que algunos deportistas que entrenan con soltura, buena técnica y capacidades básicas de resistencia, fuerza o velocidad de buen nivel, sufren a la hora de practicar su deporte, porque, malditas comparaciones, no pueden seguir el ritmo de sus amistades, que con, mala pata para ellos, son capaces de realizar mínimas para campeonatos, de España por ejemplo, a muy temprana edad. Estos deportistas adoptan un papel de “patito feo” que es bastante difícil de corregir y que condiciona absolutamente su entrenamiento deportivo. Supongo que será un problema común en grupos de entrenamientos especializados de clubes de atletismo.

Como el verdadero problema lo tengo en el día a día de los entrenamientos, por encima del resultado de una competición, abordo la cuestión intentando integrar el entrenamiento al máximo posible a esos deportistas en el grupo. Por ello, en vez de individualizar más su preparación, quizás fuera la correcto en la vertiente teórica de la preparación, pero no en la humana,  intento recortar el volumen para que puedan estar más tiempo integrado en el grupo, en la sesión. Así, al final del entrenamiento, ese deportista ha podido sentirse parte del grupo y no un punto y aparte con una preparación separada del resto. Incluso pensando que hay muchas partes comunes que no suponen una fatiga excesiva o una diferencia muy grande de nivel en la realización de la sesión (los calentamientos, el trabajo complementario de técnica, el reforzamiento abdominal, las sesiones de fuerza o velocidad), prefiero que aquellas partes que suponen el grueso de esa problemática (rodajes, ritmos controlados, series fraccionadas, etc) se vean recortadas para que sientan una integración total en el grupo.

Dentro de la dificultad de mantener esos deportistas noveles dentro de nuestro deporte, creo que si conseguimos crear una implicación con el grupo, establecer una disciplina de asistencia a los entrenamientos y logramos que al menos ese “sacrificio” dure una temporada, tenemos bastante ganado ya que la siguiente, con todos los procesos de adaptación realizados nos presentará un nuevo deportista con otro nivel bastante diferente al de la primera temporada, y por consiguiente con nuevos objetivos en el futuro marcados.

También no siempre es así y nos llega un deportista con esas “condiciones” pero maduro, que entiende la situación de tener como compañeros deportistas con mucho talento para correr y que acepta el reto de superarse a través del duro proceso de entrenamiento individualizado. La experiencia me dice que el grado de satisfacción de este tipo de deportistas es incluso mayor que el de los que consiguen mejores logros, ya que valoran el reto conseguido como un triunfo absoluto de su voluntad y capacidad de sacrificio y por el apoyo recibido de la parte técnica.


Ver las mejoras de estos deportistas, en cualquiera de los dos casos, es muy gratificante ya que ver finalmente los resultados de una gestión en lo humano junto a emplear realmente el arte de entrenar, es una de las razones por las que llena y compensa sobre manera nuestra profesión. 





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