He aprendido hace tiempo, que no puedo pedir que valoren mi
dedicación, porque no lo harán en un tanto por ciento alto ningún atleta.
Tantos entrenamientos diarios durante tantos años, convierte lo excepcional en
rutina y eso hace perder la perspectiva real del trabajo de uno…o más bien
diría de las locuras que uno llega a hacer dedicadas todas a los atletas que
uno entrena. Sin embargo, creo que a ningún entrenador le importa eso, ya que
somos un colectivo muy enamorado de su trabajo. Siempre espero que si alguien
no valora en su justa medida mi trabajo y dedicación, el siguiente atleta que
tenga si lo hará.
Parte de la memoria usada por mí también está dedicada a
aquellos entrenamientos que valoré positivamente de mis atletas. Sacrificios
muy duros por parte de ellos, que yo, como entrenador, se lo que han costado.
Intento ser positivo siempre, y solo se me tuerce el gesto cuando no se ha
entrenado bien, y lo digo. Es curioso, olvido con facilidad cuando trabajamos
mal, y me cuesta menos olvidar los buenos días e incluso los normales.
Para mí, las simples sesiones diarias, el simple gesto de ir
a entrenar día a día, implica un respeto exquisito hacia el trabajo del
entrenador. Cada sesión, metida de una cierta manera en un ciclo de
entrenamientos, lleva detrás horas de buscarle sentido a un rendimiento futuro.
Me cuesta concibir que, de manera insconciente o no, se acabe convirtiendo una
unidad programada con un fin, en cualquier cosa por dejación en el trabajo. Hoy
me paso de ritmo y no acabo un fraccionado,
hoy no hago sesión de fuerza porque me quedo dormido, hoy decido rodar
por mi cuenta y el trabajo técnico no es importante, etc,etc….Es una simple
falta de madurez y no se piensa en la valoración hacia el trabajo del técnico. Horas perdidas que nadie va a
recuperar. Lo peor, es ver a los tres días el mismo atleta salirse de manera
increíble en una sesión bordada, sin darse cuenta todo aquello que tiró
anteriormente.
Estamos metidos en pleno período básico, y escribo estas
rayas recordando el esfuerzo intenso de mis atletas en el trabajo fraccionado
de hace dos días. Todos haciendo un duro sacrificio, todos acabando extenuados,
todos con mi apoyo ante tal esfuerzo, pero unos cumpliendo escrupulosamente con
sus objetivos y con un respeto absoluto hacia nuestro trabajo y otros sin darse
cuenta de lo estéril de su esfuerzo por falta de …….
John Anderson, entrenador de David Moorcroft, incidía tanto
o más que de su programa de entrenamiento, su ideario filosófico, del cual me
identifico plenamente:
“El elemento psicológico determina
la diferencia entre el mejor resultado y sencillamente un buen resultado.
La necesidad de desarrollar una fuerte base de actitudes y objetivos que sean compatibles con la percepción de la vida y su significado, provee una plataforma desde la cual se podrán obtener todos los éxitos.
El éxito no solo podrá ser identificado en términos de sesiones de carrera y progamas de entrenamiento, sino debe ser visto en el contexto total de la persona, las actitudes, creencias y filosofía de aquel individuo y de los que conviven con él.”
La necesidad de desarrollar una fuerte base de actitudes y objetivos que sean compatibles con la percepción de la vida y su significado, provee una plataforma desde la cual se podrán obtener todos los éxitos.
El éxito no solo podrá ser identificado en términos de sesiones de carrera y progamas de entrenamiento, sino debe ser visto en el contexto total de la persona, las actitudes, creencias y filosofía de aquel individuo y de los que conviven con él.”
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