Esta es una de las frases
que podría perfectamente estar escrita en mi epitafio. Es la que suelo
pronunciar en cada sesión de trabajo fraccionado a mis atletas para que sigan
insistiendo mentalmente con el esfuerzo físico realizado en las últimas
repeticiones, aquellas donde la fatiga mental hace mella y más dificultades hay
para acabar la sesión. Generalmente utilizo la última repetición de las
sesiones de trabajo fraccionado para que se expresen y se desahoguen de toda la
tensión nerviosa acumulada durante las series anteriores. Suele ser la
repetición mas rápida y aunque a veces no entrenen la zona energética deseada,
creo que el desahogo que experimentan y el grado de satisfacción conseguido al
ver un buen crono para acabar la sesión, compensa de sobras el haber incumplido
en la última repetición el objetivo teórico de la sesión. No solo debo
preocuparme de las mejoras fisiológicas en las sesiones, del aumento de
rendimiento físico, sino que el grado de motivación logrado a través de buenos
tiempos finales de entrenamiento es tan importante o más que el aspecto
puramente fisiológico. El papel del entrenador no solo debe contemplar aplicar
la teoría del entrenamiento de manera correcta, interpretarla para cada atleta
que entrena, sino que su papel de motivador principal del grupo debe tener un
componente “terrenal” simple, un componente fácilmente entendible por sus
atletas en estado de máxima fatiga. Ese componente es esa simple frase para que
concentren su atención en las repeticiones más dificultosas, las que vienen
justo antes del final de la sesión. Una vez superadas, entonces la manera de
“destensar”, de desahogarse del estrés acumulado, es dejar libre el ritmo de la
última repetición. No deja de ser curioso que para esa última repetición todos
sepan que van a hacer un buen tiempo pero inician una “negociación” argumentada
en la fatiga para no salir el primero. En realidad, dejando clara su mentalidad
competitiva, gestionan como mejor pueden el intento de engañar a sus compañeros
para superarles. Un juego de estrategia como final de entrenamiento.
Bien pudiera parecer una
manera camuflada para esconder una mentalidad de “puro machaque” fuera de toda
aplicación de la teoría del entrenamiento atlético, pero no es el caso. La
ejecución de la sesión en los ritmos adecuados a cada atleta es sagrada y
simplemente esa última repetición tiene otro objetivo y no es precisamente el
cronométrico, a pesar de que claramente se vea afectada en sentido positivo.
Sin embargo, como bien he
explicado al principio, la idea central que esconde ese tipo de frases o esta
en concreto, es gestionar de manera correcta el momento de máximo estrés de la
sesión, justo las anteriores repeticiones a la última, donde la fatiga es más
importante y lo es mucho más a nivel mental. En ese momento, cada repetición
debe convertirse en única, sin pensar demasiado en el volumen pendiente, para
poder ejecutarla al ritmo correcto. Al mismo tiempo, tener el mensaje de que
todo está hecho, de que se está acercando esa repetición “fetiche”, rápida,
provoca un aumento de la motivación, de la autoestima por superar la sesión y
de la voluntad para encarar de manera positiva esas últimas repeticiones
anteriores a la serie que cierra la sesión.
Y como no podía ser de
otra manera, no podemos negar su papel social y de cohesión de todo grupo de
entrenamiento. Esa “última serie que sale sola” siempre da motivos para
explicar las batallitas particulares de cada atleta y una buena manera de
volver a la calma rodando y explicando todas las aventuras realizadas en unos
cuantos segundos de carrera intensa. Acabar la sesión con la sensación de
haberse superado, de haber realizado aquello que parecía muy difícil, siempre
da alas para volver a entrar el día siguiente al estadio para un nuevo reto con
el que mantener intacto los sueños de todo atleta.