Tras esos dos meses de entrenamiento, noviembre ya permite
ver las intenciones de cada uno de los atletas que entreno, sus posibilidades,
su actitud delante del trabajo, delante de sus objetivos y su sacrificio para
conseguirlos. Quizás estas últimas cosas que haya dicho sean de “perogrullo”.
Qué atleta no hace eso para conseguir sus sueños? Pero no, a lo que yo me
refiero va un poco más allá. Me refiero a la confianza interior de cada uno de
los atletas de estar seguro de que trabaja para ese objetivo que tiene como
meta. No se trata del machaque, ni de los tiempazos en las series, ni el ritmo
frenético de rodaje, todas variables físicas. Ni tampoco del sacrificio. Se
trata de la confianza en uno mismo de saber que aquello que ha empezado hace
ocho semanas le va a llevar hacia donde quiere ir. En estos dos meses de
entrenamientos, yo ya he podido comprobar quien está plenamente convencido de
lo que hace y la manera de transmitir esa sensación de “mister, quiero más! mister,
esto va a salir si o si!”
Siempre he creído que los inicios de cada temporada
marcan la pauta del resto del año, pero no el desarrollo de las sesiones, sino esa declaración
de intenciones que ocurre día a día cuando aún podemos dirigir con la cabeza
despejada y aún no fatigada, las primeras sesiones comprometidas a las que se
enfrenta cada atleta.
La cuestión es que la “cosa” pinta bien, habiendo dado pasos
claros de cambio de actitud en ese tipo de intenciones. Queremos más y a las
condiciones físicas se ha unido ese compromiso y seguridad de poner todas las
intenciones para conseguir una mejora incuestionable.
Como todo reto pasa por una evaluación, en el caso de
nuestro deporte, continua hasta conseguir cumplir ese reto, ese examen continuo
empieza mañana y dependiendo de donde situemos los objetivos, vendrá
rápidamente o tendrá un largo recorrido. Es el ejemplo de una de mis atletas,
que ha hecho una preparación impecable para intentar la primera de sus
apuestas, volver a vestir de roja en un campeonato de Europa de cros. Será una
de las que debute mañana, con el objetivo de soltar adrenalina y comprobar que
todo, piernas, mente, material, está en su sitio de cara a las dos próximas
semanas. En las sesiones diarias su estado es perfecto para la apuesta, tiene
un ritmo “rocoso” ideal para el cros, así que la única cuestión es esa
confianza en ella misma, esa declaración de intenciones que deberá plasmar en
la competición. En la parte “largo recorrido” el debut competitivo debería representar mas o menos lo mismo. A pesar de tener meses por delante para empezar a vislumbrar los objetivos, la seriedad y la actitud competitiva debería asomar desde el principio. La cuestión es que delante de objetivos excepcionales, la actitud también ha de serlo y cuanto antes se empiecen a hacer los deberes, más aplicados demostraremos ser.
A veces ocurre, como está sucediendo también, que esta declaración de intenciones sorprende a algún atleta con un estado de forma excepcional, inesperado, un salto cualitativo importante. Un estado de forma que invita a soñar con objetivos que no estaban planteados inicialmente y que, si bien no hay que renunciar a ellos, hay que tener los pies en el suelo para seguir en la misma línea si no se consiguen a pesar del dulce momento que se puede atravesar.
Por todo esto, noviembre supone el inicio de la temporada,
el inicio de nuevos sueños, una clara declaración de intenciones.
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