Solo la complicidad de entrenador y atleta puede llevar al máximo rendimiento atlético y a la consecución de los sueños perseguidos. El principal trabajo del día a día no es la realización de esfuerzos físicos, sino la siembra de todo un conjunto de cosas que juntas, y dirigidas con inteligencia y sentido común, dan al actor principal, el atleta, las armas necesarias para defender sus opciones y ganar su particular batalla contra la fatiga, el cronómetro y sus rivales.
Por eso, cada minuto de rodaje, cada gesto técnico, cada serie de velocidad, cada ejercicio de fuerza, cada estiramiento realizado, va más allá de la simple acción de hacerlo. Hay que hacerlo bien, querer hacerlo bien, al ritmo indicado, con la ejecución correcta, durante el tiempo preciso y bajo la supervisión y corrección de quien tiene ese papel. Entonces, todo se funde y , con meses de trabajo, tenemos el resultado soñado. Un binomio perfecto!!!

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