De manera continua, el día a día de los entrenamientos nos
enseña a superar problemas, nos forja el carácter para superar todo tipo de
situaciones de dificultad física que después aplicamos a nuestra vida fuera de
los estadios, en las relaciones, en el trabajo o en los estudios. Estamos
hechos de tartán, de césped, tierra y barro o de asfalto y sea cuál sea nuestra
procedencia atlética nos creemos diferentes al resto de personas, y es que
….lo somos! Tengamos o no buenas bases y criterio técnico, tengamos talento o
no, nuestra mentalidad sabe y entiende de que lo damos todo entrenando, nos
agotamos, y sea cual sea nuestra situación en la vida diaria, tengamos el
problema que tengamos, con dificultades horarias en el trabajo o con poco tiempo
para estudiar, volvemos día a día a practicar una religión, que aunque
técnicamente sea más razonable muchos días bajar la intensidad de nuestro
entrenamiento por falta de recuperación, nos negamos a llevarlo a cabo por
ponernos aún más a prueba de cuales pueden llegar a ser nuestros límites.
Sin embargo, a veces, el problema es de difícil superación.
Una lesión, un problema importante externo al deporte, o pasar un mal momento
personal dejando al descubierto una crisis de identidad en el significado de
todo lo que hacíamos, puede hacer tambalear esa forma de vivir. Hoy sí, mañana
no, hoy entiendo que significa “entrenar”, mañana no tengo ganas, hoy tengo
claros los principios y valores del deporte, mañana lo único que me importa soy
yo, etc. Las actitudes cambian cuando las circunstancias se convierten en
difíciles de superar…………o no!
Si algo he aprendido de tantos años en nuestro deporte,
primero como un sacrificado y disciplinado atleta y luego como un comprometido
entrenador, es que el compromiso con esta forma de vivir me aporta todas las
soluciones a los problemas de la vida. Puede ser una postura muy banal o
superficial delante de algunos problemas serios, una fantasía dentro de la realidad
que nos rodea, pero esa no es solo una sensación que sienta yo, sino que
comparto con un gran porcentaje de la comunidad atlética. Refugiarse y
protegerse por los valores y principios genuinos que aporta el atletismo es una
gran autopista hacia la superación de todos los problemas. Valorar el esfuerzo
del equipo que te rodea y valorar tu propio esfuerzo y compromiso con uno mismo como atleta, darle
sentido a cada uno de los kilómetros realizados a cualquier intensidad y entender el
sentido del porqué tu entrenador lo ha dispuesto así y tu lo has realizado
convencido de tu superación, da una fuerza interior que puede suponer un arma
de lucha contra todas las dificultades que nos encontramos y que ningún
problema externo puede contrarrestar.
Estamos en crisis, económica y de valores, la gente deja su vida y se ve
obligada a emigrar al extranjero, estamos rodeados de problemas sociales y
personales, etc, pero nada encarna mejor las ganas de superar todo aquello que
nos intenta engullir, como la superación diaria a través del ejercicio físico,
a través del atletismo, y de correr en nuestro caso. Cada día, cuando nos
calzamos nuestro par de zapatillas, somos capaces de dejar atrás mil y un
asuntos, nos transformamos y disfrutamos, reímos y compartimos, nos esforzamos
y machacamos y en definitiva, nos superamos, que de eso se trata para dar
sentido a lo que hemos elegido para nosotros. Es una forma de vivir, como otras, pero es NUESTRA
forma de vivir.
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