Así, como todo en esta vida va y vuelve, esta temporada
decidí volver a aplicar estímulos que, como estos, fueron cambiados en su día
por el mismo motivo. Tanto tiempo sin aplicarlos supone que casi ninguno de mis
atletas actuales hubieran entrenado esas sesiones y por tanto el estímulo iba a
cumplir el principio de adaptación sin problemas y con garantía de éxito a
menos que costase su adaptación mental al esfuerzo requerido. Con esta
explicación me refiero a dos elementos de carácter aeróbico como son una sesión
de “Long run” y otra de Tempo run”, aunque ya el año pasado la tocamos por
encima con algunos de mis chicos.
Después de varias semanas de empezar a aplicar ambas
sesiones, la valoración es positiva, cada una con lo que ha aportado al entrenamiento
de mis atletas. Si bien el objetivo de la “Long run” tiene un carácter de
soporte de la preparación “fondera”, eso es, desarrollar la resistencia aeróbica
en un nivel energético básico para sentar una base aeróbica desde la cual pueda
desarrollar el máximo volumen posible en las sesiones con una cierta intensidad
(en resumen, desarrollar R.Aeróbica para poder entrenar más a niveles intensos),
al final otro componente tan importante o más como el que buscaba está siendo
de muy grata ayuda. No se trata de otra cosa de que el estado de liberación
mental que encuentran los chicos cada vez que hacen la sesión en medio de la
naturaleza. En ese entorno, hay una liberación del estrés y están encontrando
el placer de correr por correr. Al final de cada sesión la lectura no ha sido
de aplicar un gran esfuerzo y si de sentirse bien y haber disfrutado del ritmo
y del entorno. Objetivo conseguido!
La sesión de “Tempo run” tiene un objetivo claro. Estos
últimos años, el estímulo elegido había sido un fartlek con dos modelos
diferentes como segunda sesión de potencia aeróbica extensiva. Al cabo del
tiempo, he podido comprobar que ya estaba agotado este estímulo, especulando
demasiado mis atletas con la intensidad de los cambios, y aún más, con la
intensidad de las recuperaciones, volviéndose a ritmos totalmente fuera de
lugar para la naturaleza de este tipo de entrenamiento. Por ello, el estímulo
elegido era claro, pero arriesgado a la vez, ya que en anteriores ocasiones, mi
experiencia había sido complicada, ya que uno de los “contras” de este tipo de
sesión era encontrar el ritmo adecuado y demasiadas veces o no se finalizaba, o
no se podía mantener el ritmo planteado, ni al principio (demasiado rápido) ni
al final (demasiado lento). El objetivo era, y se ha conseguido, encontrar el
ritmo “objetivo”. La sesión la desarrollamos en un circuito en la ribera del
río Tordera en el pueblo de Blanes, un camino llano con una inapreciable subida
a la ida y posterior bajada a la vuelta, para completar un circuito de 4
kilómetros. Mis especialistas “milleros” llegan a hacer dos vueltas, mientras
mis mediofondistas cortos se quedan en 6 kms. El entorno, como en el anterior
estímulo, ha sido determinante para el éxito de la sesión y mi nivel de
satisfacción es absoluto con el cambio adoptado. Esta sesión me está dando más
de lo que esperaba y, junto a la anterior, me llena de convencimiento que he
tocado dos teclas que me han aportado exactamente lo que buscaba.
Es evidente que este par de cambios inciden sobre todo en
esta primera etapa básica de la temporada, aunque mi intención es alargarla,
por medio de una progresión y posterior regresión en el volumen hasta bastante
adentro de la programación anual.
El tercer cambio importante tiene más que ver con el
sentimentalismo que con el entrenamiento en sí, ya que busco la manera de
hacerlo hace unas cuantas temporadas hasta haber encontrado este año el modo, y
también con el convencimiento de que había llegado hasta la última etapa de la
manera de trabajar la velocidad durante las temporadas precedentes. Es a través
de la influencia de Jorge Gonzalez Amo y sus magníficas historias de Volodalen que
hace tiempo quería trabajar la velocidad en la arena de la playa y mediante
subidas en dunas. En el entorno en que vivo no existen el tipo de dunas
necesarias, así que durante el verano me recorrí todas las playas cercanas para
encontrar lo que buscaba, y lo encontré en la desembocadura del Tordera, donde
la playa tiene una pendiente importante. Durante esta etapa básica he aplicado
el estímulo tal como me lo enseñó Jorge en una concentración en Ibiza,
repeticiones cortas (30-40m) a muy alta intensidad y con recuperaciones
inapreciables (10”-15”). Pero ese período ha llegado a su fin y después de
pensar durante semanas, para no dejar el entorno, he encontrado la manera de
sustituir los arrastres que empezaríamos a tocar en pista para continuar en la
arena de la playa.
Esta sesión era una apuesta cuanto menos arriesgada al
juntar el “Tempo run” con las dunas, pero la sucesión de las sesiones semanales
en Blanes ha acabado convenciéndome de haber creado un buen estímulo que no se
interfiere entre sí. La muestra es que la potencia aeróbica del “Tempo” va en
aumento y la velocidad de mis atletas, controlada en pista en las semanas de
descarga, no ha disminuido para nada.
Si bien los cambios de estímulos siempre comportan riesgos,
creo que estos se han hecho con garantías de éxito, al menos lo que nos hemos
encontrado tras hacerlos, a falta de refrendarlo con el rendimiento de mis
atletas, así lo indica.
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