Las temporadas se suceden y pasan por mis manos muchísimos
atletas, de diferentes pruebas y de diferentes niveles. Con el tiempo, se va
formando una base de datos de tiempos y referencias que es difícil obviar, ya que la experiencia
es un grado y aunque cada atleta es un mundo, acabamos sabiendo por donde se
mueven nuestros atletas y su proyección en cuanto a marcas.
Esta situación se acrecienta cuando empezamos a trabajar en
períodos más específicos, como el actual. Estamos, como diría Harry Wilson,
“templando el acero” y empezamos a marcar unos cronos que me llenan de brillo
la mirada. Últimamente he tomado algunas decisiones, corrigiendo el
entrenamiento de algunos de los atletas del grupo, que creo acertadas viendo
como estamos sembrando y lo que intuyo se puede recoger, cuando, de manera
inevitable, me pongo a comparar sesiones de temporadas anteriores.
Esto marcha tanto, que hace escasos días, como quien no
quiere la cosa, un atleta mío ha mejorado de una manera impresionante un tiempo
de una sesión concreta y en una distancia concreta, de la misma forma que con
una facilidad pasmosa corría 4 segundos más rápido del ritmo ideal pactado una
serie de quinientos metros la semana anterior.
En definitiva, estoy viendo sesiones que no había visto
nunca antes, y estoy viendo semanas increíbles y regulares en muchos de mis
atletas, aunque a veces ellos mismos se confundan y valoren como “malas
sensaciones” un entrenamiento realizado a un ritmo más rápido y compacto de lo
que cabía esperar, y dentro del sistema energético trabajado!.
Cuando se trabaja con un criterio, las piezas acaban
encajando, y eso es lo que está ocurriendo. Empieza a dibujarse la forma de
cada uno de mis atletas, y sus tiempos de referencia para sus objetivos
empiezan a salir día si y día también. Atrás han quedado los duros días de los
períodos básicos, donde el volumen mandaba sobre la intensidad y donde había
que tener la paciencia que se supone a atletas inteligentes para saber
comprender que lo que estaban invirtiendo era para aplicarlo ahora y así poder
poner la base específica que nos permitirá en verano obtener la forma esperada.
El cambio de temperatura sin duda ha ayudado, y el inminente
cambio horario será una de las puntillas que ayudará a que el músculo, por otra
parte, empiece a tener el “calor” que buscábamos sin suerte hasta hace pocos
días. Durante toda la temporada me han impresionado varias veces los tiempos
empleados en entrenamientos por algunos de mis atletas. Ahora, esa impresión se
acrecienta porque los ritmos trabajados empiezan a acercarse a los ritmos de
competición, y el tema no está tanto en los números del cronómetro, que son muy
buenos, sino a la forma en que lo consiguen, con un correr fácil y económico
que da muy buenas vibraciones, o haciendo gala en la serie final de un pundonor
y sacrificio importante para conseguir un tiempo realmente no esperado por este
entrenador o ese atleta.
Ahora solo queda, como muy bien se refería en su blog mi
buen amigo y mejor entrenador Vicente Úbeda, (os dejo enlace: http://www.vicenteubeda.com/el-exito-llama-al-exito/ ) el mejor de los estados emocionales
posibles. Aunque ponemos una buena actitud en el día a día, a veces es la
asignatura pendiente. Conseguir un diez en ese apartado, sería la guinda del
pastel (aunque porcentualmente está claro que ocupa mucho más espacio que esa
pequeña guinda en la consecución de resultados) para lograr ese éxito que tanto
deseamos y que tanto luchamos en la parte física diariamente.
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